Uno de los principales aspectos que hay que valorar antes de someterse a cualquier intervención quirúrgica, y más cuando se trata de una intervención estética que, en principio, no parte de una necesidad médica real, es cómo será el postoperatorio y cómo podrá afrontar el paciente el período de recuperación.
¿Cómo se encuentra el paciente después de la intervención?
Como es lógico, justo después de la operación el paciente se encontrará con la cara hinchada y con algunas magulladuras en la zona tratada, debido a la presión que la zona ha sido sometida por parte del cirujano para poder extraer el exceso de grasa.
Este hinchazón va bajando paulatinamente y se suelen colocar compresas frías asegurándose de que el paciente mantiene la cabeza elevada en todo momento que se encuentre en posición de tumbado.
También es común que durante los primeros días posteriores a la intervención los ojos se encuentren algo más secos de lo común por falta de lágrimas lo que desembocará en algún picor.
Por ese motivo se suele recomendar la utilización de gotas para los ojos, de forma que éstos se mantengan hidratados durante las primeras semanas posteriores a la operación, a la vez que deben de ser limpiados de manera regular.
Por lo demás, el paciente no debería de sentir ninguna otra molestia y pueden volver a hacer vida normal, regresando a su puesto de trabajo, en un período no superior a diez días. Es decir, que casi inmediatamente pueden volver a su rutina diaria.
En definitiva, la blefaroplastia es una intervención con un postoperatorio sencillo y sin complicaciones que permite la rápida recuperación de los pacientes ya que en un breve plazo se encuentra haciendo su vida normal.
Eso sí, no hay que sobre estimar los resultados de la blefaroplastia y tener muy en cuenta que solo se trata de un proceso de rejuvenecimiento del rostro y, en ningún caso, de un cambio radical al mismo. Es decir, no se puede esperar acabar la intervención con un rostro diferente, sino simplemente un ligero retroceso en el proceso de envejecimiento.