Con la llegada de la primavera y el buen tiempo, pasaremos muchas más horas expuestos a las radiaciones solares. Tras un largo invierno, nuestra piel y nuestros ojos no están acostumbrados a esta exposición y debemos prepararlos y protegerlos para no sufrir las consecuencias negativas. La radiación solar excesiva puede tener efectos dañinos sobre nuestra piel y nuestros ojos, tanto a corto como a largo plazo.
Para protegernos de los rayos de sol, tenemos dos opciones: la protección física (gafas de sol, viseras) y la protección química (cremas fotoprotectoras). Cualquiera de las dos, o la combinación de las dos, son recomendables durante todo el año, no solo en verano. Como todos deberíamos saber, protegerse de las radiaciones solares es fundamental para prevenir el cáncer de piel, y la piel de los párpados no está exenta de este problema.
La piel que rodea nuestros ojos es la más fina y sensible de todo el cuerpo. Protegiendo la piel de los párpados y del contorno de los ojos podemos prevenir la aparición prematura de arrugas, manchas en la piel, patas de gallo e, incluso, el incremento de bolsas u ojeras. La aplicación de cremas hidratantes y protectoras también ayudará a prevenir estos problemas.
Además de proteger la piel del rostro, y del cuerpo en general, también debemos proteger los ojos de las radiaciones solares directas. Someterlos a exposiciones excesivas de sol sin la protección adecuada puede producir daños en la cornea. Además, la exposición solar se ha asociado con el desarrollo de cataratas y con la degeneración macular asociada a la edad. La mejor opción de protección es usar unas gafas de sol con un filtro solar adecuado y que se ajusten al rostro para protegernos de los rayos que provengan del frente y de los laterales.