El pterigion y la pinguécula son lesiones benignas de la conjuntiva que se presentan frecuentemente en el lado nasal de la conjuntiva. La pinguécula suele ser un pequeño abultamiento amarillento mientras que el pterigion es una membrana fibrovascular que crece sobre la córnea, a modo de tela que crece sobre la superficie ocular. Su causa concreta se desconoce, pero ambos se relacionan con exposición solar, por ello son patologías más frecuentes en climas tropicales. También son más frecuentes en pacientes con irritación ocular crónica, sea de tipo ocupacional o por otra causa. ¿Cómo se manifiestan?
La pinguécula no suele dar síntomas, excepto cuando adquiere un cierto tamaño.
En estos casos puede generar una irritación ocular con enrojecimiento crónico de esa zona, o en forma más aguda en forma de “pingueculitis”, que se manifiesta como enrojecimiento, molestias, sensación de cuerpo extraño, fotofobia e incluso dolor. La pinguécula nunca puede afectar a la visión del paciente.
El pterigion, en cambio, puede llegar a afectar a la visión del paciente en casos avanzados. Dado que es una membrana que crece sobre la córnea, si crece hasta afectar al eje visual (la pupila), producirá una disminución de la visión. Incluso en casos en los que no afecta a la pupila, puede generar un astigmatismo al deformar la córnea.
¿Cuál es su tratamiento? La pinguécula no suele requerir tratamiento excepto cuando es voluminosa y causa molestias. En estos casos se recomienda lubricación ocular con colirios de lágrimas artificiales para mitigar los síntomas. Si esto no es suficiente o si el paciente está incómodo por el aspecto estético, la pinguécula puede operarse sin mayor complicación mediante una cirugía sencilla y rápida. El tratamiento del pterigion es diferente. Excepto en casos de pequeños en los que no se detecta crecimiento, generalmente se recomienda la cirugía. El tratamiento quirúrgico del pterigion ha mejorado muy positivamente en los últimos años debido a la aplicación de una nueva técnica. Consiste en la extracción del pterigion, que no es más que una porción de conjuntiva enferma, y su sustitución por tejido conjuntival sano. Este tejido sano se obtiene del mismo paciente, extrayéndose de la conjuntiva superior, donde esta es siempre sana y abundante. El tejido sano se “pega”, literalmente, sobre la zona donde estaba el pterigion, utilizando un pegamento biológico a base de fibrina. Es por tanto un «autotransplante de conjutiva». De esta manera no es necesario usar puntos de sutura que siempre son molestos sobre la superficie ocular, y se consigue una recuperación muy rápida y un aspecto normal del ojo en muy poco tiempo. Se realiza con anestesia local y con recuperación rápida.