Una blefaroplastia no debería de ocasionar ningún problema posterior al paciente ya que se trata de una intervención con unos protocolos bien descritos y que se realiza con la suficiente frecuencia como para cualquier profesional en la materia tenga una experiencia más que contrastada en ella.
Sin embargo, siempre pueden surgir complicaciones como en cualquier ejercicio profesional, y más en el terreno de la medicina ya que las reacciones de los organismos difieren de paciente a paciente.
¿Cuáles son los problemas más habituales tras una blefaroplastia?
Los efectos negativos más habituales tras una blefaroplastia son la retracción de uno de los párpados, ya sea del inferior o del superior.
La retracción del párpado inferior se produce normalmente por una cicatrización interna de los tejidos del párpado. Esto hace que se reduzca la movilidad del párpado tirando, además, de éste hacia abajo.
Ello provoca un redondeamiento del ojo, lo que se llama ojo de almendra, y ocasiona efectos físicos que pueden acabar siendo crónicos como es la sequedad o incluso problemas en la córnea.
Por otro lado, la retracción del párpado superior se produce cuando en la intervención de blefaroplastia se elimina una cantidad excesiva de piel y músculo, cuando no se elimina la grasa necesaria de las bolsas, o hay un párpado caído que no se trata al realiza la blefaroplastia.
¿Hay solución para estos casos de blefaroplastia insatisfactoria?
Sin duda, existe lo que se llama la cirugía de corrección que intenta resolver los problemas que se hayan podido producir como consecuencia de una intervención de blefaroplastia no tan correcta como debería.
En este sentido, el Dr. Nieto es todo un experto en conseguir corregir adaptar los resultados para que el paciente acabe satisfecho con la blefaroplastia final, gracias a la intervención correctora.
Normalmente, se suele recomendar el aguardar al menos 3 meses antes de plantearse una intervención de corrección, y siempre hay que analizar cada caso de manera individual para poder hacer un diagnóstico adecuado y riguroso, asegurándose el cirujano de que el paciente tiene unas expectativas realistas sobre los resultados que se pueden llegar a obtener.